A veces la naturaleza puede sorprender más de la cuenta y algunos animales, a pesar de ser especies completamente diferentes, pueden parecer gemelos. Por supuesto, todos sabemos que un caballo no puede tener un potro y un perro, pero las fotos de abajo te hacen cuestionar tus conocimientos, tan lógicos y correctos por un segundo. Lo que es aún más sorprendente es que los fotógrafos consiguieran captar modelos tan diferentes, aunque idénticos. Los personajes de las fotos parecen haberse convertido en verdaderos amigos. Al parecer, esta similitud los ha acercado: duermen plácidamente el uno con el otro, juegan o simplemente toman el sol.
Por cierto, los científicos siguen sin poder llegar a una única conclusión sobre cómo adquirieron los animales domésticos una coloración tan rica. Hay que admitir que el ganado doméstico no se parece en nada a sus lejanos parientes salvajes, y los perros y gatos aún menos. Una teoría sostiene que la domesticación simplemente prescindió de la necesidad de que las mascotas se camuflaran, puesto que ya estaban protegidas mientras vivían con los humanos. Pero hay otra teoría: desde la prehistoria, los humanos seleccionaban a propósito animales que tuvieran algún color diferente al de sus compañeros de camada y luego los cruzaban con mascotas igualmente diferentes. Esto se debía probablemente a que los animales con pelaje de colores más vivos eran más fáciles de localizar. O tal vez los antiguos humanos eran tan curiosos como nosotros hoy en día, y se sentían igual de atraídos por los animales que eran de alguna manera diferentes.
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