Los estudios realizados en el Parque Pleistoceno de Yakutia demuestran que el deshielo del permafrost puede ralentizarse e incluso casi detenerse. Las manadas de grandes herbívoros pueden contrarrestar el cambio climático global: cuantos más ungulados haya en el Ártico, más estable será la capa de permafrost. Pero, ¿cómo pueden influir los grandes animales en el deshielo del suelo?
Durante el Pleistoceno, la fauna de las regiones polares era mucho más diversa. Había numerosas manadas de bisontes, bueyes almizcleros, renos, ciervos rojos, rinocerontes lanudos y mamuts. Todos estos animales son herbívoros, y para mantener la vida en el duro norte tenían que comer constante y abundantemente. En verano su principal alimento era la abundante hierba que crecía en los prados, y en invierno buscaban hierba marchita que encontraban bajo una capa de nieve. El considerable peso y el gran número de estos animales provocaron una compactación del suelo en las zonas de tundra y tundra forestal actuales. Además, los animales removían constantemente la nieve con sus patas, lo que alteraba la capa de nieve y aumentaba la penetración de las heladas en el suelo. La capa de nieve alterada y el suelo denso contribuyen a la congelación del suelo hasta una profundidad considerable, lo que a su vez contribuye a la formación y conservación de la capa de permafrost. Esta teoría fue confirmada por un experimento práctico en el Parque del Pleistoceno. Por razones obvias, no todos los representantes de la fauna antigua viven aquí, pero el parque alberga un número suficientemente grande de renos, ciervos rojos, bueyes almizcleros y caballos de Yakutia, que imitan la vida animal de los herbívoros de la época del Pleistoceno. Los científicos han calculado que 100 grandes ungulados que pastan en una superficie de 1 km2 contribuyen a multiplicar por 2 la altura de la capa de nieve. Esto provoca una congelación más profunda del suelo y la conservación del permafrost. Un mal barrio: cómo un lago rico en peces se convirtió en pocos días en una masa de agua muerta Científicos de varios países que trabajan en el deshielo del permafrost a la luz del calentamiento global están interesados en un experimento que se está llevando a cabo en el Parque Pleistoceno. Algunos expertos creen que la introducción de grandes ungulados en la tundra moderna puede haber contribuido a preservar la capa de permafrost. Aunque los escépticos aseguran que no todo es tan inequívoco: la alteración de la cubierta vegetal en verano, inevitable en presencia de herbívoros pastando, contribuirá por el contrario al calentamiento de los suelos. Los expertos coinciden en una cosa: el tema es muy interesante y merece más investigación. De ser cierto, incluso un pequeño aumento de la población de ungulados salvajes en las regiones árticas podría ayudar a estabilizar el permafrost, muy importante en los cambios climáticos actuales.
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