Hoy en día, la caída en la Tierra del meteorito más pequeño provoca una tormenta de emociones y atención. Pero la escala moderna del fenómeno no es comparable a la de épocas geológicas pasadas, cuando nuestro planeta era «bombardeado» muy activamente desde el espacio. Muchos cráteres de impacto son testigos silenciosos del pasado, esparcidos por todos los continentes. Pero algunos de ellos son tan grandes que su tamaño no sólo es imposible de estimar cuando se está de pie sobre el suelo, sino simplemente difícil de imaginar. Se cree que el mayor cráter de impacto conocido por la ciencia es el de Vredefort, en el sur del continente africano.
Vredefort se encuentra en la provincia de Free State, en el centro de Sudáfrica. El cráter tiene unos 250-300 km de diámetro y el cuerpo celeste que colisionó con él tenía un diámetro de unos 10 km. Los científicos creen que la catástrofe planetaria ocurrió hace más de 2.000 millones de años. Esta fecha se refiere a la Era Paleoproterozoica, cuando en la Tierra sólo existían bacterias, por lo que extinciones masivas de fauna u otros cataclismos biológicos a causa del impacto de asteroides, el planeta no ha experimentado. En aquella época, la Tierra estaba experimentando procesos activos de construcción de montañas, y el asteroide caído también tuvo un impacto significativo en la formación de la faz de nuestro planeta. Cinco razones por las que me encanta Kuala Lumpur Curiosamente, los científicos pensaron en un principio que este cráter debía su origen a un antiguo estratovolcán. Sin embargo, nuevas investigaciones han permitido identificar esta formación geológica como un cráter de impacto, posiblemente el cráter existente más antiguo del planeta. En la actualidad, el mayor cráter del planeta alberga la ciudad de Vredefort, que da nombre al cráter. El río Vaal atraviesa el cráter y la mayor parte está ocupada por campos de cultivo. Para proteger este paraje único, sólo se permite la agricultura en el interior del cráter y en la zona fronteriza de amortiguación. La minería, la perforación, la exploración y otras intervenciones están prohibidas y son estrictamente supervisadas por la organización internacional UNESCO.
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