Milán está en una llanura, y su paisaje desde arriba se asemeja a una tortita. Es el único punto alto, una pequeña montaña llamada Monte Stella. Surgió tras la Segunda Guerra Mundial: aquí se vertieron los escombros de los bombardeos, y ahora es un lugar donde los milaneses corren por las mañanas.
Monte Stella está en el noroeste de Milán. En la colina abundan los senderos y su cima sirve de mirador. Desde aquí se tiene una hermosa vista de Milán y, en los días despejados, se pueden ver incluso los Alpes. Hace unas siete décadas, Monte Stella era un descampado que pronto se convirtió en un vertedero. Milán fue bombardeada varias veces durante la Segunda Guerra Mundial. Y si en 1940 eran lo bastante ligeras, al final de la guerra la mitad de Milán estaba en ruinas, con unas 250.000 personas sin hogar. Algunos de los edificios fueron completamente destruidos, el asfalto volado, algo quemado durante la guerra. Algunas estructuras no podían reconstruirse, por lo que tuvieron que ser demolidas. Al final, una vez despejada la ciudad, se generaron toneladas de basura y se decidió verterlas en el descampado situado junto a la ciudad. Así nació el Monte Stella, de 45 metros de altura. La idea de esta montaña fue del arquitecto local Piero Bottoni, cuya esposa se llamaba Stella.. Los premios más importantes del Imperio Ruso Con el tiempo, esta montaña de escombros fue ajardinada y cubierta de hierba. Aquí se plantaron árboles y apareció una pequeña zona boscosa a su alrededor. En 2003, una parte del parque se convirtió en un monumento conmemorativo, donde se plantaron árboles en memoria de personas que se opusieron al genocidio, el totalitarismo y los crímenes contra la humanidad. El monumento viviente se llama Jardín de la Justicia, y cada árbol está dedicado a una persona diferente. Entre ellos se encuentran Moshe Beiski, Andrei Sakharov, Pietro Kuchukyan y otros. La propia colina, amontonada de escombros, es un recordatorio de todas las penas de la guerra y un símbolo de paz: hoy Monte Stella se ha convertido en un lugar para pasear y hacer footing, citas románticas y excursiones. Sólo la historia nos recuerda que los restos de edificios centenarios destruidos en los bombardeos están bajo nuestros pies.
Piazza Fontana tras el bombardeo de 1943
Vista de Milán desde la colina
Monte Stella
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