El mundo familiar se desmorona ante sus ojos. Los habitantes de Newtok, Alaska, contemplan la costa de Alaska con consternación y tristeza. Donde pasaron su infancia, donde construyeron sus hogares, hoy el Mar del Norte se ensaña con ellos. El deshielo del permafrost y la subida del nivel del mar están erosionando la costa: la erosión en estos lugares es aterradora. Cada año, la tierra retrocede 30 metros, obligando a la gente a abandonar los lugares donde sus antepasados han vivido durante siglos.
El calentamiento global y la subida del nivel del mar están afectando, por desgracia, no sólo a los habitantes de las islas tropicales, sino también a los de Alaska. Sí, los habitantes de las costas de los mares septentrionales llevan mucho tiempo sintiendo los efectos adversos del cambio climático. Se destruyen los hábitats a los que están acostumbrados y los indígenas abandonan sus tierras. El problema es más grave en la pequeña comunidad de Newtok, hogar de los esquimales yupik de Alaska. Cada año, en los alrededores del pueblo de Newtok, la tierra pierde unos 30 metros. La costa retrocede rápidamente debido a la erosión. Y el pronóstico no es bueno: la orilla seguirá retrocediendo y la gente tendrá que marcharse. En la actualidad, parte de la población ya se ha trasladado a la cercana Mertavik; el resto correrá la misma suerte en los próximos años. La gente no quiere abandonar su tierra natal, pero la naturaleza no les deja otra opción. Emparedada entre el océano y dos ríos, Newtok está condenada a desaparecer en los próximos años. Ya hoy, el agua que se aproxima hace que el pueblo parezca una llanura pantanosa. Kivalina es otro ejemplo de la difícil situación de los nativos de Alaska. El pueblo desaparecerá en los próximos años, ya que está situado en una península arenosa con el mar acercándose por todos lados. Aquí ya se ha construido un muro de contención que ha retrasado la desaparición del pueblo, pero no puede salvarlo: el mar avanza sin piedad. Una situación similar puede observarse en otras comunidades costeras de Alaska. Según cifras oficiales, más de 180 localidades corren riesgo de inundación, y los habitantes de 20 pueblos deben ser evacuados urgentemente mientras el mar destruye sus casas día tras día. Un mal barrio: cómo un lago rico en peces se convirtió en pocos días en una masa de agua muerta Ayudar a estas personas no es fácil. Los residentes de los asentamientos inundados acuden a todas las autoridades, pero sus problemas se resuelven muy lentamente. Dadas las deficientes infraestructuras, la lejanía de los asentamientos del centro y el considerable coste del reasentamiento, es difícil esperar una solución rápida. Las comunidades son pequeñas, suelen tener entre 200 y 400 habitantes y están dispersas por la costa de Alaska. Aquí la gente se dedica a la pesca y a la captura de focas; es su modo de vida. No pueden abandonar sus hogares e irse a la gran ciudad a ganar dinero. Su vida está aquí, en la costa, y tienen que vivir junto al mar, aunque ese mar destruya sus casas y les obligue a desplazarse.
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