Los ingenieros genéticos no se cansan de mejorar las plantas de nuestro planeta. Esta vez es el turno del tabaco, la misma planta cuyas hojas causan adicción a la nicotina pero que se cultiva masivamente en todo el mundo. Los científicos han observado que la planta crece muy rápidamente, ganando masa foliar y, por tanto, puede convertirse en una fuente de sustancias esenciales para la humanidad. Para ello, hay que modificar un poco los genes de la planta para que pueda producir lo que los científicos necesitan.
La valiosa sustancia para la que se concibió el insólito experimento se llama interleucina. Para ser más precisos, no se trata de una única sustancia, sino de un grupo de sustancias que desempeñan un papel importante en el funcionamiento del sistema inmunitario. Las interleucinas tienen distintas variantes y se designan por sus números respectivos. El cuerpo humano produce una sustancia llamada interleucina-37 (IL-37), que es un importante compuesto antiinflamatorio y estimulante del sistema inmunitario. Sin embargo, necesita multiplicarse para ser más eficaz, razón por la cual hay que tomar dosis adicionales de la sustancia en caso de enfermedades graves. Hay una forma de producirlo en el laboratorio, pero no conviene a los científicos por varios motivos. Por este motivo, se decidió utilizar el tabaco como fuente de interleucina-37. Dos grupos de científicos, de Canadá e Italia, se ofrecieron voluntarios para ayudar a los médicos, pero los canadienses tuvieron más éxito. Las modificaciones dieron como resultado el tabaco, que, a medida que crece, es capaz de producir una cantidad significativa de esta valiosa interleucina-37. Cinco razones por las que me encanta Kuala Lumpur
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