Los Juegos Olímpicos de Verano de 2020 que se celebrarán en Japón ya han pasado a la historia como los más ecológicos. El hecho es que absolutamente todas las medallas que se entregarán a los atletas ganadores de estos juegos estarán fabricadas con metales obtenidos mediante el reciclaje de aparatos electrónicos no deseados.
La eliminación de residuos de equipos informáticos, teléfonos inteligentes y otros dispositivos de alta tecnología plantea una serie de problemas. Este tipo de residuos tiene un alto contenido en cobre, plomo, oro, plata y aleaciones valiosas. Así pues, el simple hecho de depositarlos en vertederos entraña el riesgo de contaminar el medio ambiente con metales altamente tóxicos, por lo que resulta inaceptable. Por otro lado, los metales preciosos y semipreciosos podrían convertirse en materias primas secundarias para la producción de dispositivos similares, si pudieran recuperarse. Aquí es donde surgen los principales problemas, relacionados con la escasa rentabilidad de dicha producción. En los países desarrollados, no son muchos los que recuperan componentes valiosos de los aparatos electrónicos desechados, sino que prefieren acumular los residuos y enviarlos a reciclar a otros países, como China o las repúblicas africanas. Por supuesto, aquí se utilizan sobre todo métodos primitivos de desmontaje de equipos y extracción de componentes valiosos, por lo que este tipo de reciclaje tiene más de malo que de bueno. Los organizadores de los próximos Juegos Olímpicos de Tokio decidieron recordar a la gente el problema del reciclaje de aparatos y dispositivos electrónicos usados, y librar al país de parte de la basura electrónica. La idea recibió el apoyo activo de las ONG y se abrieron puntos de recogida de smartphones y otros residuos electrónicos por todo el país. La campaña ya ha recogido más de 50 toneladas de residuos, de los que se han recuperado varias toneladas de plata y bronce, así como una cantidad considerable de oro. Los premios más importantes del Imperio Ruso Una iniciativa así crearía sin duda una imagen positiva para los organizadores del concurso y serviría de ejemplo para otros. Al fin y al cabo, la eliminación profesional de estos residuos con la máxima recuperación de componentes útiles no sólo salva al planeta de residuos tóxicos, sino que también ahorra dinero destinado a extraer estos metales de la forma tradicional.
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