Muchos de nosotros no dudamos en enviar paquetes, cartas y paquetes a familiares y amigos de otras ciudades. Pero antes de llegar al destinatario, todos nuestros mensajes pasan por una serie de personas que reciben, clasifican y entregan el correo en el lugar adecuado. La profesión de cartero viene de lejos. En la antigua Grecia, las órdenes verbales y escritas se transmitían a través de mensajeros. En Rusia, las cartas eran entregadas por cocheros, que viajaban en caballos de turno.
Bajo Pedro el Grande aparecieron las primeras oficinas de correos, y el correo empezó a ser repartido por carteros. Para evitar que las cartas se perdieran o fueran robadas por los ladrones, unos ingeniosos empleados las cosían en el forro de un tocado. La transmisión de información era muy importante para la gente en siglos pasados. En muchos países, los carteros eran considerados funcionarios y tenían sus propios uniformes. Un mal barrio: cómo un lago rico en peces se convirtió en pocos días en una masa de agua muerta Durante la Gran Guerra Patria ese trabajo fue inestimable. Las noticias de los seres queridos levantaban la moral de nuestros soldados y les ayudaban a superar las dificultades. La persistencia y el valor de los trabajadores postales ayudaron a hacer llegar los mensajes a los puntos más calientes de la batalla. En aquella época, todas las cartas se enviaban sin sellos y de forma totalmente gratuita. Además de sobres, los empleados de correos también entregan paquetes. La más pesada, de 320 toneladas, se envió en Utah en 1916. Un empresario decidió enviar ladrillos para construir su casa y ahorrarse los gastos de transporte por correo. Realmente era la opción más barata en aquel momento. Después de esta curiosidad, el peso de los paquetes se limitó a 91 kg por remitente. Enormes flechas de hormigón todavía se pueden encontrar en todas partes en los EE.UU. Antiguamente servían para señalizar el correo aéreo. En aquella época no había comunicación por radio, y para volar con mal tiempo esos puntos de referencia eran indispensables. En la Edad Media, la profesión de cartero se consideraba peligrosa. Los kanes de la Horda Dorada a menudo se cortaban las manos, las orejas y la nariz en un intento de contener a sus mensajeros. Después de eso, el hombre sólo podía entregar el correo atado a un caballo. Se dice que el diamante Cullinan es la carga más valiosa entregada por un paquete común. La enorme piedra fue un regalo del gobierno de la colonia británica al rey Eduardo VII de Inglaterra.
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